sábado, 30 de julio de 2011


Estuve pensando un poco en la diferencia y los beneficios de tener una amiga o tener un novio. Todos (o al menos todas) esperamos en algún momento de nuestra vida, preferentemente pronto, encontrar a nuestra media naranja, alguien con quien compartir hasta el último de nuestros días, alguien a quien confiarle nuestros más preciados secretos, alguien que nos respalde, nos acompañe, nos proteja, nos defienda, nos ame, nos todo. Sin embargo, olvidamos que encontrar a esa preciada persona conlleva el riesgo de que todo termine en farsa, en fracaso, en desengaño, o simplemente, TERMINE.

Sin embargo, hay una variable de relaciones llamada AMISTAD, que es casi o más difícil de conseguir que el AMOR, pero que nos asegura, en su mayoría de los casos, un final feliz.

Con un par, podemos hacer sin miedo montones de cosas que con una pareja no podemos. Con un amigo, podemos decir "te quiero" sin temer la reacción del otro. Podemos llamar a las cinco de la mañana y decir "te necesito, voy para allá", sin sospechar que nos tilde de goma y nos deje. Podemos dejar en su casa cepillo de dientes, ropa, películas, hasta nuestra propia presencia, por incontables días, sin temer invadirlo o, al menos, sin temer que nuestra invasión lo espante. Podemos salir, emborracharnos, bailar arriba de un parlante, terminar echándonos un pato en el medio de la calle, o gritando por la ventana de un taxi, sin esperar la reacción celosa/escandalosa/reproche del otro. Podemos dejar de vernos y llamarnos por meses sin pensar que dejó de querernos o que está viéndose con otra persona. De hecho, puede estar viéndose con otra persona sin que siquiera nos importe. Es más, hasta podemos integrar a esa otra persona a nuestras vidas sin ningún drama, y así hacer un trío de amistad sin que peligre nuestra relación. Podemos convivir y dejar de hacerlo sin que por eso corra riesgo el vínculo. Podemos conocer y dar a conocer las familias sin que eso suponga un compromiso extremo. Podemos querernos a primera vista sin que nuestro círculo diga que es una locura, que estamos yendo demasiado rápido, o que estamos usándolo de clavo. Podemos dormir con nuestro amigo la primera vez que salimos juntos, sin esperar que al otro día nos llame, sin sentirnos en obligación de nada y sin tildarnos de rápidas, putas o pelotudas. Podemos chapar con otra persona enfrente de nuestra amistad, sin que por eso hayan piñas o bardo. Podemos ser nosotros mismos sin importar que espantemos a la otra persona. ¡Podemos tener incontables amigos! Nadie nos juzgará por eso. Incluso, hay montones de posibilidades de que una buena amistad perdure por años, por toda la vida incluso, cosa que con un chongo no sucede. En algunos casos, hasta podemos tener sexo con un amigo (no soy partidaria de eso), sin embargo aquí no aseguro el desenlace.

En conclusión, tener un amigo es infinitamente más beneficioso que tener una pareja. ¿Por qué entonces seguimos velando por el amor de nuestras vidas, por el príncipe azul, por quién nos complemente? ¿Por qué no podemos simplemente ser feliz con todo aquello que nos da un buen amigo, que estará incondicionalmente en todas, que caminará a nuestra par sin importar las celulitis, la panza, el coqueteo, nuestras familias, nuestra posición social o cultural? Acaso, ¿no sería mucho más sencillo si nos dedicásemos a disfrutar la compañía de todos aquellos con los cuales la vida nos bendijo, sin esperar que el amor aparezca para rescatarnos de todas nuestras penurias?

Con esto no pretendo defenestrar en contra del amor. Simplemente, quiero agradecer a todos aquellos que me hacen a cada minuto feliz como soy. Y recordarles, a aquellos que no pueden verlo, que siempre tendrán un amigo sincero a su lado. Si EL compañero aparece, ¡bienvenido!

Pero si no, la vida, igualmente será hermosa.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario